Para Oculta, a partir de una conversación con crg.
Dicen que las incógnitas son manantiales de inquietud, recetas de malestar futuro.Visiones del entonces-tal-vez. Desde ahí, qué se podrá
mirar. Las ventanas que son puertas. Los cíclopes que hablan con
nosotros. Los trazos apretados que producen sombras. Los monstruitos
de los pequeños olvidos o los posos de lo acuciante y su rostro.
Siguen las pistas los rastreadores, los
reparadores de conversaciones, los recogedores de incógnitas. Siguen
las huellas, tan leves, sobre la tierra aplastada por acontecimientos
inesperados, que están ahí desligándose de la prisa.
Son legión aquellos lugares envueltos
por cordilleras. Los valles o las mesetas donde anidan los cuervos,
las cigüeñas, donde corretean unas cuantas jirafas. Desde los
pasillos de un tren tan abandonado que desapareció como un
espejismo, hasta que un recuerdo ajeno volvió a trazar las líneas de
un viaje, sobre las que vuelan de un lado a otro palabras dentro de
un vagón. Volver a ir hasta ese tren, asomarse a la ventana de esa mano abierta o servir
un café disfrazado de mozo o de camarera, y escuchar.
Cuando el hombre de terracota derrama
su voz de lija, tal vez saber qué susurra al oído de su
acompañante. Algo así continuará ocurriendo entre estaciones,
pasos fronterizos y vías muertas.
Supongamos que acaban de retirar dos
tazas vacías de café, de depositar sobre la mesa un par de vasos:
estanques diminutos, parpadeantes. Michelle vuelve a mirar la inmensa
llanura, quebrada de cuando en cuando por algún galope fugaz, un
ruido ilocalizable, alguna voz. Cuando Leung regresa, Michelle sigue
mirando el llano. Se acerca un poco más, y espera un instante. Otro
más. Y otro. No tienes que seguir así, no tienes porqué continuar
de esta manera. Michelle, de veras te digo, no hay nada que no sepas,
nada por descubrir más allá de la zona. Leung se detiene. Bebe.
Michelle continúa el silencio. Michelle, no dejes que se lleven los
pájaros tus pensamientos.
¿Qué sabrás de lo que
hace el son de sus alas? ¿Cómo puede hablarse así? En verdad,
dice con un pequeño sorbo, es más que una sorpresa haber vuelto, de
repente, contigo, avanzando. He leído que nos dirigimos hacia Algoa,
hacia Animea. Lejos de aquí. Es un viaje largo, en efecto. Es un
viaje que casi nadie es capaz de ver. He leído que las criaturas,
algunas increíblemente pequeñas, abundan en esos territorios.Como
en todas partes, sonríe la voz de Leung. Como aquí. Mira alrededor.
La camarera se esconde apresurada; sin que noten su presencia va
añadiendo unas líneas en una vieja libreta. Pero eso ya es otro
caso. Otra detective. Otras pesquisas.
Las llamas y el silencio sí. más
tarde. De momento decir que allá siguen, en marcha. Y durante mucho,
mucho tiempo.
(Imagen: Devta Singh)
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