
Saltos imparables a este lado de la jungla.
Un sueño lleno de seres de colas prensiles.
Entran sin llamar, y se disuelven entre las esquinas.
ya que no conocen puertas, se ocultan tras las hojas, los papeles,
y dejan un rastro amarillento en la mirada.
Pertenecemos casi siempre al eco de hormigón,
pero reconocemos al instante
aquellas ramas
dobladas con el peso del tiempo.