viernes, 23 de mayo de 2014

ANDAR



(para Manuel Velasco)

Atravesar un territorio dentro de la neblina que impide ver qué es lo que hay más allá.

Abrir un sendero es tarea costosa, más lenta que otras, quizá más urgentes en apariencia.

Reconocer un lugar es el primer paso para situar un momento. Reconocer un lugar no es, sin embargo, suficiente.

Descubrir vocaciones bajo la moqueta. Abrir una lata de confianza antes de sobrepasar su fecha de caducidad. Ideas que entonces se incluyeron.

Atribuir cualidades no es tarea fácil para nadie. Los gustos son pasto del aprendizaje de las preferencias.

Comprender los símbolos es una ocupación de las estrellas, o al menos, de quienes las miran desde el acantilado.

ORIENTARSE, salir del atolladero. Esquivar monolitos y pruebas, desastres continuados como generalidades.

Inventar una geografía le corresponde a toda persona en el momento mismo de aprender a desplazarse. Ha de contar con algo más, las puertas y las ventanas. Ha de transformar una cuna en un nuevo mundo.

Asignar topónimos es otra manera de dominar un espacio, designar rutas, una manera de transportarse hacia lugares remotos.

Descender por un barranco como si de verdad fuera la vida en ello. Esa insistencia en el arrojo.

Subir a una montaña para lanzarse como si nada a otro sitio. Subir para esperar la brisa.

Trazar una forma, moldear el gesto con las manos, acariciar con el dedo el contorno de una miniatura.

Dibujar un punto y trazar una melodía al caminar entre las marcas. Dudar del resto del entramado.

PERDERSE, decidir dónde. Escuchar las señales sin obedecer el destino que sugieren. Perderse en una canción de aire.

Hollar una línea: cavar. Ir a lo profundo elevándose como un hueso hasta el futuro. Roer una idea para escupir una aguja de coser.

Habitar un círculo, iluminando el fuego de los cuentos que nadie antes ha escuchado. El latido de los pájaros. Porque el inicio es tóxico, atmósfera demasiado caliente.

ERRABUNDEAR. Errar a lo grande.

Salir de los confines de cristal y hacer algo distinto a encoger el espíritu.

Guiarse por los olores, dejarse llevar por los recuerdos. Diseñar un código para registrar los instantes clave. Reparar un marcador de los sentimientos.

Observar los espinos, los insectos corretear por las ramas, subir por las hojas. Volar.

Escuchar las cavidades donde suceden las consecuencias de un error. Dejarse llenar por la desesperación transitoria,  previa a la decisión más conveniente.

Celebrar los peligros en cuanto se disipan, la niebla entretejida con la miel de los pronósticos.

Navegar por un desierto buscamares. Navegar sobre una superficie metálica, un espejo gigrande y curvo.

Husmear una floresta para internarse en sus raíces Husmear un rastro hasta localizar su causa..

SUMERGIRSE en lo obvio y evidente. Bucear hasta que no puedan los pulmones saber más que lo que asciende sin estallar una burbuja.

Acceder a un continente desde una costa. Posarse como un ave sobre una roca. Convertir cada impulso de la mirada en la luz de una antorcha amable.

Encontrar un archipiélago demente, poblado por monstruos criados por sí mismos y maestros ocultos.

Albergar una aventura desde el primer pie en el suelo. Abrigar un contenido. Abandonar la sed al final del vaso.

Medir una descarga como se mide la agitación hacia lo cierto, la tirantez de la verdad, la dificultad para traspasar corazas de embustes.

Captar otros lugares, tal vez abandonados, y rodearse de lo que se mueve entre plantas, gentes y aromas.

Espiar seres en los engranajes, buscar rostros en los mecanismos.

Perseguir animales, su sendero inasible y sus líneas de energía, Para intentar recordar.

Poblar sensaciones como las de un mercado al aire libre, escuchar las voces, los manjares y venenos.

VAGAR. Negarse la quietud, huir del sol hacia las sombras. Confiar en la compasión de las rocas.

Construir relaciones enlazando preguntas. Destinos del pensamiento de los peces en el agua.

Hallar tesoros en parajes sin interés. Encontrar soluciones cuando no se las precisa.

Cultivar frases, recoger una cosecha tras otra de palabras hasta formar edificios enteros habitados por incógnitas.

Rescatar cuerpos consumidos por su propio fuego, sin preguntarse el motivo del incendio.

ADENTRARSE sin pensar. Pensar sin estar ahí. Conjeturas de una mente asombrada por el poder de lo íntimo.

Introducirse en un pozo, un refugio, con un plan de fuga. Un submarino en un estanque de hinchable de plástico, grande como  una bañera.

Interactuar con una malla de nudos. Atrapar lo que no sabemos decir a tiempo. Captar lo que se desliza entre parpadeos.

Saltar un muro, saltar hacia la bailarina por encima de las prohibiciones. Saltar al misterio verde y la mansión del pájaro serpiente.

Indagar. Inspeccionar un recinto. Auscultar: el pulso de sus fantasmas.

Marchar arrastrados por un instinto implacable. Desayunar una vida diferente sobre la cubierta de naves sin puertos.

Seguir en cualquier dirección. Ir hacia las sumas de sentido.

Andar.

(Fotografía de Arno Rafael Minkkinen)