jueves, 30 de septiembre de 2010

SOKOLOV



No se espera que lo mismo cambie. Extraña menos que lo mismo cambie de nombre, por cualquier motivo. Y a lo mejor algo se ha modificado, o no; porque el núcleo se mantiene y siguen siendo dos: Assad Kassab y Mireia Pérez. Gente que cuando se va de vacaciones avisa que no se va a llevar ningún móvil...



Pues bien, estas personas -que desconectan cuando quieren para ingresar en otra realidad- también dan conciertos. Con ustedes Sokolov

Que lo disfruten.

(los dos dibujos son de la actuación en el club Deluxe, Valencia)

sábado, 25 de septiembre de 2010

Pockets

Cuestionario Pocket Magazine

(foto Alejandro Benavent)

Coincidiendo con la Valencia Design Week, Pocket Magazine es una publicación vinculada d[x]i magazine, especializada en cultura y post design. No por casualidad está realizada por d[x]i studio. En su página se puede obtener más información sobre todas sus actividades y propuestas.

VALENCIA - SEPTIEMBRE 2010

Defínete.
Uf, menuda pregunta, ¿me das una prórroga para pensarlo?

¿Qué hay en tu lista de la compra?

No hay apuntes en los márgenes de la compra. En el bolsillo hay garabatos, números de teléfono, correos electrónicos, alguna frase que me haya llamado la atención, incluso algo que deba comprarse… pero como para hacer una lista, me temo que no, ya me gustaría.

¿Y en tu lista de cosas urgentes por hacer?

No olvidarme de lo urgentes que son.

¿Tienes algún proyecto que haya nacido como resultado de una pelea?

De un contratiempo sí, si eso cuenta como pelea contra uno mismo...

¿En qué circunstancias te has servido de algún conflicto (o has creado uno) para avanzar en tu carrera?
Volviendo a la pregunta anterior, nunca me he servido de ninguna clase de conflicto. Es más, cuando se ha creado uno, no he “avanzado” nada.

¿Hay alguna limitación que el diseño te ayude a superar?

Limitaciones físicas, espaciales. El diseño pliega el tiempo, como la especia melange; es un condensador que nos ahorra más minutos de los que somos realmente conscientes.

¿Cuál es tu punto fuerte?
En el dibujo, la rapidez para visualizar conceptos, unida a cierto tipo de precisión y variedad de estilos.

¿Qué parte de tu personalidad estorba en tu relación con los clientes?
El desorden.

¿Qué valores deseas que tus clientes perciban en tu trabajo?

Las posibilidades. Que vean un mundo donde les guste pasar un rato. O que les sirva para decir de otra manera lo que necesitan. Dentro de cada registro, a veces lo sinuoso, la sugerencia, la rotundidad o la sencillez.

¿Trabajas en solitario o en equipo?
En solitario. Me ayudan, y mucho, todos los que me aconsejan bien, o que llegan técnicamente donde yo naufrago.

¿Qué valores aprecias en el dibujante que más admiras?

Hay tantos... la claridad de ideas, la limpieza, la eficacia; la sorpresa también. Que no deje de decir cosas, cada vez que veo cualquiera de sus trabajos.

¿Hay algún proyecto que te persigue durante años pero que no te sientas listo para empezar?
Un cómic bastante largo, que va cambiando de guión y aspecto cada cierto tiempo. Me gustaría que saliese pronto pero aún no le he encontrado el tono, al menos uno que pueda mantener durante todo el trayecto de su realización. Me falta aprender mucho todavía.

¿Has tenido hoy alguna idea que puedas transformar en un diseño?

Hoy, si pensamos que las páginas de un cómic también se “diseñan”, una escena en la que aparecen dos mineros descendiendo por unas galerías. Pero aún no sé cómo será, tendré que dibujarla.

martes, 21 de septiembre de 2010

Fugaz


imagen: Archivo Liu.

(para Nebbia)

Lo ves.

Junto a todo lo demás, en una esquina, un rincón, un muro, un horizonte inabarcable, difuso y lleno de colores.


Como un minotauro, unos tentáculos, una piel moteada, o una silueta a contraluz. Un recuerdo.

La sensación de estar asistiendo a algo diferente. Cómo nacía un acontecimiento, una sensación colectiva, tan primitiva, involucionista y carente de interés como ver bailar a alguien. Tan encantadora, emocionante y maravilloso como ver bailar a alguien. Como unos primeros pasos. Como la atención de no poder evitar fascinarse ante el asombro de un niño. El silencio antes del grito de júbilo y los golpes al suelo.

Nunca nunca nunca.

La repetición en grados sucesivos de euforias encadenadas, trenzas de brazos al viento ondeando bajo el sol de las luces, de la luna, de los espejos, de la calle. Del oleaje. Una corriente que absorbe los pensamientos en fuga y los desintegra en una felicidad autocombustible y endógena.

Recuerdo estar y no pensar porqué, simplemente era correcto sentir. Al menos ese momento.

Con los años cambia la memoria, como los cuerpos. Aprenden por sí mismos a caer (y levantarse) y cada uno crece con un ritmo diferente, una música distante, una forma propia.

Con los años cambia la memoria, como los cuerpos. Aprenden por sí mismos a caer y levantarse, y cada uno crece con un ritmo diferente, una música distante, una forma propia.

Escenificar lo eterno lleva menos coste de lo que parece. Sentir la plenitud precisa de los huecos reinos de la desaparición. Y eso es algo que los sentidos nos hacen percibir con verdadero entusiasmo, la gracia del instante. No poder decirlo, no tener que contar a alguien cómo estar en el camino, sino atravesarlo, ser trayecto, tránsito, ramificación de la savia.

El fluir de la nebulosa sonríe antes de haber aprendido a andar a solas hacia su propia aventura

jueves, 16 de septiembre de 2010

El cumpleaños del dibujante



(Para Rafa y Pablo)

Qué podemos decir de aquel día...Fue rápido, siempre estuvo ahí, a punto de escapar, derramarse el aniversario, como un diminuto accidente doméstico, algo que se recoge a mitad de su caída, sin romperse. Recuerdo que había muchas manos, ocupadas., rellenando huecos, apretando objetos y cortando el humo con las voces. Eso fue antes, durante la fiesta. Es decir, hoy.



Más tarde, comenzando por el primer parpadeo, los regalos. Alrededor, a su lado, guirnaldas, caminos, procesiones intercambiables de puntos de luz, gusanos que iluminan centenares de dibujos. Luces de navidad (blancas o de colores) ¿por cierto, de qué colores son las luces, cuando están apagadas?


En la cocina apenas cabían ya los diferentes modelos de sartén pequeña.

El rallador, apartado, agotado tras haberse enfrentado a unos cuantos tomates, reposaba tendido en la pila, llena a su vez de tazas que contuvieron café y otras infusiones. Por la tarde, una cualquiera, los cubiertos bailaban. Unas cucharas apresaban la comida que alguien acababa de introducir en la fuente para ensalada.



Por el momento, las velas, sin prender, a la espera de otra fecha señalada, no de otro apagón. Sobre el mantel, algo más que ilusiones: servilletas. En la pared de la izquierda, algunos trapos de cocina, otros más en activo, iban distribuyendo el calor de las fuentes, el olor de los guisos.

Las sábanas (de matrimonio), el cubre cama (de matrimonio) y la Manta todavía esperando turno.




Salteando los días, podemos ver como se mueven las cosas. La batidora preparaba a la velocidad de una centrifugación extrema sorbetes de limón en Agosto. La olla hervía en Marzo, la sartén hacía chasquear las lenguas con el crepitar de los huevos fritos de Septiembre. Otros preferían tortillas para el invierno de Noviembre.

Todos los armarios contenían antipolillas.




En la despensa, o en la repisa sobre los fogones, series de aromas de muchos lugares. Herméticamente cerrados, los botes guardaban numerorosos pigmentos y otra clase de sustancias, como hacen los tupperwares en el interior de las neveras. Conservadores de estados, como un termo, líquidos clientes, temperaturas altísimas, de quemar con luces como la del fuego, con energía como la eléctrica. Kettles y teteras. Resistencias para el agua que hierve, llamas para aguas calientes. Unos vasos, cualquier luz. Otras cosas.

Ocurrencias. Varios asuntos por determinar. El cuarto de la plancha y su tabla. El colador, el rallador. La ropa que planchar, ropa interior, calcetines para los pies.

Y amor. A grandes cubos. Y nenes, claro.

(Todas las imágenes de esta entrada son obra de Rafa Castañer)

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Buceadores de la piel.



Un tatuaje es para toda la vida, decían antes del láser. Hay quien lo lleva pensando años, décadas, hasta que se atreven, lo buscan, o lo secuestran.

Una tarde llevaron a una de estas personas y acabó con la imagen que quería, en el sitio que siempre había creído que se iba a tatuar el cuerpo. Aún así, todo era distinto, el secuestro, el dibujo, las circunstancias de lo inesperado. Y la piel, desde entonces.

Y ahí se encuentra, nadando (desde ahora, para siempre) una galaxia de tintas: un hipocampo, un caballito con los colores de una mariposa verde, azulada como una hoja, delgada como una pluma. Una membrana entre las burbujas, el agua y el sueño.

sábado, 4 de septiembre de 2010

La cocina y el infierno



A flor de piel, los montadores de programas se ponían las botas de lo cotidiano, se enguantaban con vísceras la conciencia y pasaban a dirigir las vidas con un guión realizado a partir de movimientos espontáneos desolados y reciclada pereza. Desde los tiempos de la salvaje Zombie busca esposa, en la que un muerto viviente se comió en estricto directo a la aspirante que menos le interesaba, las cosas, como suelen decir, habían cambiado mucho. No dejaban de hablar de ello, del parpadeo de la ficción. El párpado de lo ilusorio. Las siguientes variaciones funcionaron mucho mejor en un mundo invadido por los colmillos blancos, toneladas de sangre artificial verdadera importada del Japón, y crepúsculos presuntamente célibes. Los guionistas se frotaban los ojos, estrechaban sus mentes y concebían nuevas cotas de inverosimilitud, sin problemas ni arrepentimientos. Dentro de la inacabable serie de parálisis-en-acción de la comunidad vidente se encontraban bien destacados diálogos como “Descubrimiento”, popularizado gracias a las redes sociales. Descubrimiento abrió las puertas de todo lo que vino más tarde, al introducir el desorden festivo de infraseries más antiguas en la onda de Xena, Buffy o Nikita. El sinsentido atacó en prime time las mentes, que escuchaban perlas, auténticas cargas de profundidad antineuronales:

-Así que mi madre fue asesinada por un hombre lobo...

-Me temo que eso es lo que sucedió.

-No, ¡No me toques!

-Por favor, espera, no te vayas. ¡Creía que lo ibas a entender!

-¿Por qué?¿Porque salgo con un vampiro, por eso? ¡Déjame, lárgate de aquí, ojalá te encuentre una bala de plata!



Nada podía importarle menos al señor Takayama. Aquellos tiempos de sueños en escala de grises, de cremalleras a la vista y ciudades arrasadas a manotazos se alejaban. Al cerrar el libro, volvió a pensar en todas las horas que había estado construyendo modelos de ruinas futuras.

El silbido desde la cocina anunciaba otra hora del té. Un verde por interpretar.