martes, 15 de febrero de 2011

Al N.E. de Arzew, desde Chez Paco et Isabelle


Otro día a punto de pisar la cola al siguiente. Que es (quién lo diría) mañana. Y es miércoles.

Otra noche llena de nubes viajeras y gotas furtivas. Qué más, ah, sí, redobles certeros que marcan pequeñas colinas, altos en el valle profundo del mar, de los sonidos que forman el verano. Y las olas, que arrastran los tesoros. Al final, se trata de jugar con aquello que abarca la mano, y un poco más allá. Los pinceles son prótesis de la mente, escuché decir a alguien una vez.

Desde este promontorio donde se vislumbra la rarísima estación de Otroño en invierno: se espera con ganas, vaya que sí; el frescor nocturno, el llevar anudada a la cintura la prenda de manga larga en ese paseo de vuelta de una comida, una cena o un sofá. Desde ahí ocurrirán mas cosas que ahora están muy lejanas, y que no se distinguen demasiado de la región llamada Porvenir, pero como dicen sus habitantes, todo se andará.

Los niños se mueven mucho, van cazando gestos fugitivos de seres curiosos e hiperelásticos: tendrías que ver cómo se doblan.

Cómo hablan con las plantas, cómo andan apresurados, camino de una cita que hemos olvidado.

Cómo vuelan las cometas, pendientes de un hilo casi invisible.

Una madeja que llueve.

No hay comentarios:

Publicar un comentario